Se trata de cultura y seguridad en sí mismas. Todo es vulnerable de ser criticado y las compañías, conocedoras de esto, muestran lo imprescindible, es decir, el producto objeto de su negocio. Las instalaciones, nuestro personal, lo que hacemos para que nuestros clientes estén satisfechos o incluso las relaciones que tenemos con colaboradores son propiedad privada. Los artículos de los escaparates no tienen alma, porque no se conoce su procedencia, y en absoluto me refiero a su proceso de fabricación.
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